jueves, 26 de mayo de 2011

Bizantino

v  El mosaico bizantino
El mosaico bizantino es un heredero directo del mosaico romano.
El arte bizantino se caracteriza por una búsqueda apasionada del color, encontrando en él su símbolo más poderoso. Fue este interés por el color, y, más en concreto, la pasión por la luz lo que hizo del mosaico el vehículo perfecto para el arte bizantino. Para el buen desarrollo de esta técnica fue necesario el descubrimiento de los cubos de vidrio, más ligeros de peso y más luminosos. La técnica utilizada por los mosaístas, para la elaboración del mosaico completo era la siguiente:
-Cubrían la pared con dos o tres capas de mortero (una mezcla de cal, arena y agua).
-Seguían alternando los cubos de pasta vítrea –que podían colorearse o recubrirse con polvo de oro y plata- con cubos de piedra opaca. Así completaban el dibujo con las formas que quisieran creando un gran mosaico.
-Los cubos podían colocarse en abanico, en hileras regulares, o de cualquier otro modo, creando así surcos de sombras, donde los colores y el juego de luces destacaban por encima de todo.
No desde el principio se manejó bien esta nueva técnica, y tendremos que esperar hasta mediados del siglo V para observarla en su máximo esplendor.
Con esta técnica del mosaico, mejorada por los bizantinos, los motivos decorativos o las escenas figurativas, podían ahora cubrir las paredes, algo que en el mundo romano era muy poco frecuente.
Además, la evolución de esta técnica, el estudio detallado de las piezas y los lugares de su colocación, permitió que, al colocar la pieza adecuada en el lugar indicado, esta pudiera abrir y expandir el espacio que la contenía.

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